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Un estudio en el que participa el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo detecta un aumento del carbono orgánico disuelto en el océano Atlántico

La investigación ha sido llevada a cabo por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en colaboración con la Universidad de Miami y el Instituto Español de Oceanografía, y demuestra la producción de carbono orgánico en ciertas zonas. En concreto, en el Atlántico sur, donde hay un aumento de 27 millones de toneladas de carbono orgánico al año, mientras que el Atlántico norte actúa como un sumidero, eliminando unos 298 millones de toneladas de carbono.

Este trabajo ha contado con la participación de científicos del Instituto de Investigaciones Marinas, en Vigo, y del Instituto Español de Oceanografía en A Coruña. En el proyecto se han analizado datos de las cinco masas de agua principales del Atlántico profundo, tres de origen antártico y dos de origen noratlántico.

Cristina Romera Castillo, líder del proyecto, afirma que los resultados son positivos porque se ha descubierto que hay zonas del océano profundo donde se produce carbono orgánico disuelto y que éste se adiciona en las profundidades y, a corto plazo, no pasa a la atmósfera en forma de CO2.

La investigación ha sido financiada por la National Science Foundation, por el Ministerio de Economía y Empresa con el programa Juan de la Cierva, y por el proyecto FLUXES, y los resultados han sido publicados en la revista Global Biogeochemical Cycles.

¿Cómo afecta el ciclo de carbono al clima?

Los océanos absorben parte del CO2 atmosférico, que se transforma en carbono orgánico disuelto y se almacena en el material orgánico durante miles de años. Esta reserva oceánica de carbono influye en la regulación del clima del planeta, ya que puede actuar como fuente o sumidero de carbono.

Los científicos miden parámetros físico-químicos de las grandes masas de agua de los océanos para conocer los cambios en la reserva de carbono orgánico. Estas masas de agua se mueven por todo el océano y circulan durante décadas hasta mezclarse muy lentamente y hundirse a distintas profundidades, según su densidad. Cada una de ellas tiene una temperatura y salinidad características, lo que permite su identificación. Estos valores han sido utilizados para averiguar el aumento o disminución del carbono orgánico disuelto en cada masa a lo largo de los años.

Normalmente el carbono orgánico disuelto presente en cada una de estas masas disminuye lentamente al ser consumido por los microorganismos marinos. Los aumentos de este carbono en algunas masas de agua del Atlántico profundo suponen un nuevo factor a tener en cuenta en los modelos biogeoquímicos. Los científicos consideran que este carbono puede provenir de material que sedimenta desde la superficie y se va solubilizando.

 

Fuente: CSIC

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